
Está escrito por Hugg Ambrose, hijo de Stephen E. Ambrose autor de "Hermanos de Sangre". No sin ciertas dudas lo compré, pero tengo que decir que ahora que estoy sin computadora personal (como dice Espagarro) no puedo despegarme de él. No es el libro en el que está basada la serie (estos son With the Old Breed de Eugene Sledge y Helmet for My Pillow de Robert Leckie), pero cuenta la historia de los personajes de la serie y añade uno nuevo, Vernon Mike Micheel, piloto de un Dauntlees.
Precisamente es con este último con el que más estoy disfrutando, ya que cuenta detalles de la vida de un piloto a bordo del Enterprise. Os dejo algunos extractos de esta parte.
Sobre su elección de aparato
Sobre su entrenamiento[...]
Aunque había terminado entre los mejores de su promoción y le habían ofrecido la posibilidad de ser instructor, el alférez Micheel puso "Bombardero en picado" en el primer lugar de su lista. Pocos habían oído hablar de esta categoría antes del entrenamiento, pero el bombardero en picado también era un avión destinado a los portaaviones. Servía en la primera línea de las fuerzas armadas norteamericanas. En vez de derribar a los aparatos del enemigo, su misión consistía en encontrar las naves del adversario y hundirlas. Mike quería volar desde un portaaviones. Con su sangre fría habitual, se dio cuenta de que la mejor manera de convertirse en piloto de portaaviones era pilotar un bombardero. Muchos de sus compañeros de clase habían puesto como primera opción piloto de combate. Buena parte de los mismos iba a terminar bajo el yugo de un bombardero cuatrimotor. Aunque oficialmente fue destinado a un escuadrón de reconocimiento, en la práctica le concedieron su primera elección. Los pilotos de reconocimiento y los de bombardeo utilizaban el mismo avión y compartían la misma misión.
[...]
Continuará...El mes de diciembre [1941] había transcurrido en North Island sin apenas tener clases de vuelo. Mike había volado una vez. El régimen de instrucción diaria se había reanudado en enero. Los pilotos de la Unidad Avanzada de Entrenamiento de Portaaviones lo habían hecho muy mal, una y otra vez. Cada día, durante una semana entera, alguno de los colegas de Mike había aterrizado sin anter bajar el tren de aterrizaje o había volcado el aparato una vez en tierra. Los errores podían deberse a la interrupción del entrenamiento o tal vez fueran consecuencia de los nervios que la guerra producía en los pilotos. Cuando volvió a ocurrir el 12 de enero, el comandante hizo formar a sus pupilos en el hangar a las cuatro y media de la tarde.
-No quiero más accidentes -bramó el comandante Moebus-. ¡El primer tío que sufra uno va a enterarse de lo que he dicho porque no tendrá ninguno más!
Después de la reunión, Micheel despegó a bordo de un SNJ de color amarillo claro para practicar vuelo nocturno. Voló durante más de una hora y regresó a la pista de aterrizaje antes de que estuviera del todo oscuro.
-¡Aterrizaje desautorizado! ¡Aléjese! -le avisó por radio la torre de control justo cuando las ruedas comenzaban a rozar la pista-. ¡Hay un avión en la pista!
Mike consiguió levantar de nuevo el morro del avión. Mientras sobrevolaba la pista, logró ver el otro aparato, lejos de su trayectoria. Tras esta reprimenda, decidió no realizar una aproximación completa por la vía habitual. Mantuvo el avión preparado para aterrizaje: la hélice a revoluciones bajas, una mezcla adecuada de combustible y aire, alerones bajados. Volvió rápido y comenzó la maniobra de aterrizaje de nuevo, con el morro contra el viento. La torre de control le comunicó que tenía permiso. Justo antes de tocar la pista, el claxon de la torre de control comenzó a sonar, indicando que tenía levantado el trez de aterrizaje. Mike había replegado las ruedas tras el primer intento. Empujó el acelerador hacia delante, pero fue demasiado tarde. El Peligro Amarillo se deslizó sobre su barriga. Tener que bajar por la pista central de esa manera, con un ruido chirriante, le dejó con las mejillas enrojecidas de verguenza.
La hélice del avión estaba estropeada y el motor necesitaba mantenimiento debido al repentino parón. Los mecánicos iban a tener que cambiar los alerones y recolocar las partes metálicas del fuselaje que estaban tocadas. El SNJ tenía arreglo, pero ahora Micheel debía enfrentarse al comandante Moebus. El alférez se presentó ante su comandante y admitió haberse distraído lo suficiente como para olvidarse de repasar el protocolo de aterrizaje por segunda vez. Tal y como Mike temía, el comandante estaba cabreado. Acusó a Mike de "desobediencia directa de sus órdenes" y de inmediato le relegó a servicio de tierra.
[...]
Moebus ordenó a su errático alferez que se quedara con el dañado SNJ en tanto se recibía la respuesta del comité. Al día siguiente, mientras los mecánicos reparaban el avión, el alférez empezó a preparar un informe que detallaba el coste de cada nueva pieza de repuesto y del trabajo realizado. El rugido de los motores de las aeronaves retumbaba continuamente entre las paredes del gran hangar. Mike intentaba no pensar en dónde acabaría en el caso de que le expulsaran de la unidad de entrenamiento.