LA PATRULLA AZUL

Nueva Guinea, 14 de agosto de 1942. Nuestro Grupo va a realizar un nuevo ataque de castigo sobre los aeródromos japoneses de la costa Noroeste de Nueva Guinea. Ocho A-20 escoltados por P-40 despegan de Port Moresby y ascienden a 6700 pies para superar la cordillera central y atacar a baja cota el objetivo.



El vuelo es tranquilo (de casi 40 minutos de duración, sólo ida) y me es fácil mantener la formación (vuelo de último punto, de acuerdo a mi graduación de Suboficial). Volamos a 200mph, con los tanques llenos y cargados con bombas de 100lbs.



Antes de llegar al área objetivo, cazas japoneses se nos aproximan y la escolta de P-40 rompe y entra en combate con ellos. Lo hacen realmente bien y consiguen que lleguemos a la vertical del campo enemigo sin ser molestados. Pero la antiaérea es otro cantar... Mucho antes de recibir la orden de pasar a columna para ataque, una granada antiaérea o su metralla alcanza mi motor derecho que inmediatamente empieza a desprender humo negro. Como estamos a segundos del ataque me mantengo con el Grupo.

El objetivo está también defendido por armas de tiro rápido. Entramos en semipicado en la primer pasada y rasantes en las dos siguientes, devastando el aeródromo.

La formación se ha deshecho en el ataque y aunque la mayor parte se reagrupa en la salida desde el objetivo, otro bombardero con daños y el mío, salimos en rasante, con órdenes de navegar individualmente hacia base. El combate entre cazas japoneses y nuestra escolta de P-40 continúa a nuestro alrededor y mis artilleros no dejan de girar sus armas mirando en todas direcciones a cada instante.



La presión de admisión del motor derecho cae de forma importante. Reviso la temperatura del aceite y es baja, lo cual me tranquiliza. Compruebo en el tacómetro que el motor no responde ni al cambio de mando de gases ni al de ajuste de paso de hélice...



También tengo muchos daños en el plano izquierdo, lo que me obliga a compensar acusadamente en alabeo.

Tengo la esperanza de llegar a Por Moresby. Para poder superar la cordillera central debo empezar a ascender ya. Si no alcanzo al menos 6500 pies no podré rebasarla y si me falla el motor no estaré en condiciones de trepar. Así que inicio una trepada moderada. Si el motor derecho falla (ya emite unos ruidos curiosos y nada tranquilizadores) espero haber alcanzado cota suficiente para rebasarla.

Gracias al Cielo para cuando el motor se detiene abruptamente, ya estoy sobre la cordillera y paso al valle sin mayores problemas.

Compensando en guiñada la pérdida de tracción del motor derecho, consigo estabilizar el aparato. Pero voy perdiendo velocidad y cota.



Me quedan unos quince minutos hasta Port Moresby.

Mantengo el motor izquierdo a 2300rpm, un pitch moderado, compensando en los tres ejes y con el radiador en dos puntos de apertura. Parece que se sostiene razonablemente. Y no hay pérdida de combustible (otra preocupación dados los agujeros en planos y fuselaje). Cuando avisto el aeródromo me cuelo al resto de aparatos en circuito al operar en emergencia. La temperatura del motor izquierdo asciende y siempre hay riesgo de incendio en el derecho. Me ilumino, regulo el pitch y gases, compenso algo en guiñada y en elevación, bajo flaps y tren y me alineo con la pista.



No tengo más que una oportunidad pero me basta. El noble A-20 se comporta admirablemente, posándose elegantemente (aunque con algo de pérdida en el ala izquierda).



Ha sido una misión de 90 minutos en la que he tenido una inmersión asombrosa para ser una campaña DGen. Me lo he pasado como un enano.

Muy buena misión, Willy

Un debrief estupendo con unas fotos chulísimas. Gracias por compartir